Tu voz me ha sobrecogido.
He sentido hasta miedo
porque aquí no hay nadie.
Pero, juro, que he oído
un soplo de aire en la espalda
y un cosquilleo
en mi oreja izquierda.
Pero aquí, lo vuelvo a jurar,
sólo hay oscuridad,
una oscuridad silenciosa,
que desgarra los ojos.
No sé quien habla, no es en la calle,
y aunque estoy solo oigo una voz
que no conozco, que no es la mía.
Empiezo a dudar de mi soledad
y presiento a alguien escondido
en algún rincón que no alcanzo a ver.
Descúbrete, deja que te vea,
dime tu queja a la cara
para que conteste tus dudas
y entiendas que no es mía la culpa
que enredaron en una espiral
que no pude detener, que me fue
consumiendo y casi destruyendo.
No te ocultes en las sombras
muéstrate que sepa quien
critica mi proceder sin saber
que mi corazón se debate
entre el amor y el odio
sabiendo que el odio destruye
el pensamiento y detiene el latir
de todo corazón que ama.
He encendido la luz
y las sombras han huido
por la ventana sin darme
tiempo a verles la cara.
Estoy iluminado y solo
y la voz sigue susurrando
un mensaje duro y contundente.
JOSÉ LUIS RUBIO
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