Labios callados, besos dormidos
en la inercia de mis recuerdos.
Suspiros prisioneros
en las sombras de mi alcoba,
luz de luna que apacigua
el nostálgico palpitar de mis entrañas.
Llanto callado,
humedad en mis pupilas;
prisionera de volcánicos momentos,
dulces agravios
quedaron en mis labios.
El verano se fue navegando en tu olvido
y yo pájaro herido,
me quedé sin volar, con alas rotas
rumiando mi derrota.
Es tu desdén el que mata
a esta golondrina que se inmola
en pos de una caricia peregrina, que termina,
dormida en el letargo de sus sueños.
Raquel Alejo -Perú-
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