martes, 25 de septiembre de 2018

EL PEDO


A Camilo José Cela

En punto de la humana geografía,
llamado en los anales agujero,
no bien hubo existido lo sonoro
sonaba el pedo,
su olor nacía.

Desde ese mismo día,
los gases, oprimidos por la mierda,
tomaron la costumbre de anunciarse
con ruido vaporoso.

Y ocurre con tal fuerza
que arrastran en sus pródigos vapores
vorágine de olores
del ojo rumoroso a la entrepierna.

Y ya desparramados por la zona,
calando la espesura de la tela,
se mezclan con los vientos exteriores.

De ahí lo usufructúan los presentes
-según de su nariz las posiciones-
en hálitos, vaharadas o raciones.

Y dice la experiencia
que el dueño de ese aire escandaloso,
por otros denunciado –como es justo-
soporta como puede su vergüenza,
mas queda a gusto.

Del libro Mitad de amor, dos cuartos de querencias de Mariano Estrada

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