El destino nunca tuvo ganas de juntarnos.
Se esmeró en manchar la página más bella del libro de nuestra existencia.
A cada lágrima que vertimos, él, solo se reía a carcajadas.
El destino y algo parecido a un Dios nunca nos quiso juntos.
En complicidad con Cronos, el tiempo para nosotros nunca fue suficiente.
Fuimos tentados tantas veces por una manzana de la ira, que cuando la devoramos, fuimos expulsados de nuestro propio paraíso.
El destino hizo hasta lo imposible para mandarnos al infierno de las relaciones conflictivas.
Ojalá pronto haya un cielo para nuestros corazones.
José Luis Martínez Luna -México-
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