Ciego, es verdad, pero de mucho antes:
Los niños, las mujeres, los amigos
y todo lo demás de que no son testigos
sus ojos, que no han visto más que estantes
de libros del ayer o del no ha sido,
transcurren todos fuera, en el mundo
que se ha negado a ver. Meditabundo,
incierto, solitario, presumido,
surca sus laberintos interiores
cuyas solas ventanas son espejos.
El mundo que recorre son reflejos
de un mundo que no existe. Los colores
que evoca son pasteles. Los pasados
que inventa no son suyos, ni el presente
-que esquiva-, ni el futuro. Es su mente
un caldero de sueños reiterados.
Temió a la memoria y al olvido,
anotó su pavor en prosa y verso,
murió sin asomarse al universo
y este mundo es mejor porque ha vivido.
SERGIO VIAGGIO -ARGENTINA-
Publicado en la revista Trinando 16
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