“La muerte se llama Emilio,
Pedro, o Antonio se llama.”
Rafael Pérez
Un día nos acostamos.
Un día nos acostamos en la noche,
esa noche nos acostamos
con la Muerte, y al otro día,
sin saberlo,
no volvemos a levantarnos.
Llega la mañana y nos encuentran
en la cama y no lo sabemos.
Nos llaman por nuestro
Nombre y no respondemos.
Nos encuentran tiesos.
Duro el cuerpo no podemos
mover la mano, no podemos
levantar los brazos, no podemos
levantar ni un dedo, pesados,
no nos movemos, y no lo sabemos.
Y no lo sabemos.
Y dicen nuestro nombre,
Los que nos aman,
los que no llaman,
y no lo sabemos.
Y aunque nos llaman
no respondemos.
¿Para qué?
Si dormimos ya, para siempre,
si dormimos, sin remedio,
el sueño eterno.
Y nos lloran los que nos llaman,
las gentes que nos aman.
Y no lo sabemos.
Lloran, porque no volverán,
a vernos, despiertos,
nunca más.
Lloran por nuestros sueños,
lloran nuestra partida,
lloran por nuestros días,
lloran por todo lo que vivimos.
Lloran por todo lo que hicimos,
y lo que dejamos de hacer.
Lloran por todo,
lo que dejamos por todo
lo que perdemos, y no nos
lo podemos llevar,.
Al entrar
a las puertas del cielo o,
al entrar
a los portones del infierno.
Un día nos acostamos con la noche,
ese esa nos acostamos con la muerte,
en la cama a dormir, y sin saberlo,
no volvemos a levantarnos.
Rafael Pérez
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