“Quizá ya es tarde. Casi siempre es tarde cuando nos ponemos a pensar las cosas.”
E.M.
Eduardo Mendoza (Barcelona 1943), Premio Príncipe de Asturias, escritor de granado prestigio, sencillo y directo en su escritura, es un gran conocedor de su Cataluña latente. Tiene en el haber obras como La verdad del caso Sabolta y La ciudad de los prodigios, entre muchas otras novelas de calidad, no podía quedarse al margen de exponer desde su refugio en Londres sus criterios, con objetividad y sin eludir la crítica, que bien se merece este caos político y social que ha embrollado la presente situación en Cataluña y España, sin dejar a un lado los perjuicios económicos y culturales, el gran deterioro dado los dispares planteamientos de una y otra parte: “No lo he escrito para posicionarme en un bando o en otro manifestar sus criterios críticos intentando de comprender lo que está pasando. “Hay una industria del franquismo y del victimismo poco ética”. Este breve ensayo sobre las “dos partes” de la contienda da para mucho más. Y él, desde su “Refugio” londinense expone una visión del panorama sostenido sobre la acuidad de un conflicto que nadie sabe en estos momentos donde puede llegar, ni tampoco se pensó la situación de incertidumbre que se ha creado. De momento, el día a día del escenario no es nada optimista sino todo lo contrario.
Considera que la huella del franquismo de la que todavía está poseída la derecha nacional, es una actitud que da lugar a la razón y a la demagogia populista y nacionalista de todo o nada en la que vive Cataluña. Lo que hace crecer la agria actitud de un independentismo sobre base utópica para gobernar, que no se sabe a dónde podría llegar y las secuencias provocadoras desde una masa populista que oculta la realidad de una burguesía corrupta. Naturalmente nada objetiva y favorable para el conjunto de la sociedad catalana partida en dos mitades que no auguran nada nuevo y: “Un Factor adicional ha permitido que las cosas llegaran a un punto en el que hoy están. Y es este: que ni los unos ni los otros se creían que avanzaría tanto y que el impulso separatista se haría tan extenso y tan dinámico. En este terreno la responsabilidad del Gobierno español es considerable. Vio el independentismo como un proyecto inviable acariciado por unos pocos”.
Y detrás de todo esto, por ambas parte se encuentra la corrupción del propio partido en el Gobierno y esa otra que no tiene que envidiar provocadas por las potentes familias catalanas que han gobernado Cataluña y que ahora alimentan el maridaje con una izquierda francamente mejorable de base por altura, extraño guiso político económico y social de un pueblo partido y en demasía poseído de un fanatismo masivo donde queda muy claro lo del poder y la masa como peligro social de graves consecuencias. Un panorama sobre el que Eduardo Mendoza muestra su pesadumbre: “No se le ve salida, entre otras cosas, porque se ha llegado demasiado lejos sin saber cómo ni para qué. A la vista de los acontecimientos recientes, uno se pregunta si lo sucedido responde a un plan rigurosamente concebido y llevado a término. O a una alocada improvisación, o a una combinación de lo uno y de lo otro.” En resumen, un interesante y discutible ensayo del grave drama que vuela sobre Cataluña y España con culpabilidad compartida, cuya alta factura ya vienen pagando, como siempre, los pueblos. Como lector, creo que los independentistas catalanes no han leído la ínsula Barataria de Sancho. De aquellos que dicen que nos gobiernan mejor no hablar.
Francisco Vélez Nieto
Publicado en Luz Cultural
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