Eran tiempos añejos,
donde los viejos
nos narraban sus experiencias,
y nosotros, expectantes al respecto,
ante estas vivencias.
Ahora,
decimos, que nos tenemos que ir
para no tener que oír,
nos escaqueamos,
y lo que dicen, lo ignoramos.
Es una pena
que una experiencia ajena
no quede registrada
y quede olvidada.
Es la actitud de los jóvenes actuales,
que no son nada racionales,
pues lo que les explican, en un futuro,
les podrán sacar de algún apuro.
Se puede hacer películas
de una buena historia,
pero esta actitud ridícula,
de ignorar a los ancianos,
quedará en la nada
por una generación, resignada
por oír, repetidamente
los que nos cuentan esta gente
hermosas, por su quehacer
grandes, por su saber.
Haced caso de vuestros ancianos,
que por ello son veteranos.
JAUME ALEGRE LASTERRA -Barcelona-
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