III
Es triste cruzar las miradas indiferentes
como seres extraños
orbitando en un mismo espacio.
Por ello, mastico mi propia carne
cubierta de infinitos cristales,
para maldecir a todas sus madres.
Aquellas que parieron gatos
sin linaje y sin alma.
Voy cerrado la puerta
a golpe de sílabas torcidas
con martillo y clavo preciso,
para que no me duela en los sentidos
por comer de su turbia arena.
Francisco Miguel López Jiménez
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