martes, 2 de enero de 2018

MI MUÑECA ROTA


I

No hay calor en su boca
ni luciérnagas en el pecho
que insinúen sus mariposas,
si le falta ternura.
El abrazo se quedó inmóvil
en un rincón del camino
como alacranes que mueren de hambre
o en la ingesta de su veneno.

Cuando me adentro meticuloso
en el paisaje de mi memoria
sólo vislumbro su risa irónica, aún infantil,
y desde allí, entonces, apagué su luz,
para que no me doliera.

Francisco Miguel López Jiménez

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