Deja el fragor de esa batalla
de cadáveres mercantilizados,
difuntos con colesterol o muertos
convenientemente retribuidos.
A ti te atañe el viento de la vida,
donde los mansos con certificado
de corporativismo
sólo aportan el peso
de la animalidad, o sea,
la inercia de la carne
con los empujes del clembuterol.
A ti te corresponden
los espacios de luz,
donde los pensamientos
ignoran el nivel de las audiencias,
la púrpura codificada
de las televisiones,
los laureles efímeros, los fuegos
fatuos de noche corrompida
o luna sin misterio ni alborozo...
También te incumbe el limbo de los justos
donde el tamaño de los hombres
no guarda relación con los imperios
obscenos de las multinacionales
o los registros de la propiedad.
Te atañe, sobre todo,
dejar en el espacio la palabra y,
tal vez, con la palabra, la semilla.
Del libro A este lado del Paraíso de
Mariano Estrada
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