“¡Es tan sencillo ser feliz, pero es tan difícil ser sencillo!” (Raj Ananda)
Y tan difícil apenas necesitar, y más difícil aún dejar de depender sabiendo que toda dependencia genera miedo y que el miedo siempre termina por hacernos esclavos.
¿Quién se atreve a formular un libro para la vida? En el arte de vivir, dice Erich Fromm, el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de su arte, es el escultor y el mármol, el médico y el paciente. Y Séneca nos recuerda que no es necesario preocuparse por vivir largos años, sino vivirlos satisfactoriamente, porque esto último depende de nuestra alma y, lo primero, lo marca el destino.
¡Nuestra alma! Ese es el principio. El alma, “que no puede tener secretos sin que la conducta los revele (Papini)”, que nos da la condición humana y nos acerca a la divina, que nos facilita toda la fuerza necesaria y alberga la esperanza secreta de la salvación del hombre.
“Ten siempre tus manos libres para seguir el camino recto, aunque te mueras de soledad o de hambre” ( David Thoreau), y el camino recto depende de cada uno de nosotros y de nuestra propia conciencia; y la conciencia se ensancha siempre dando porque, siguiendo con Séneca, el mundo se compone de los que dan y de los que reciben. Puede que los segundos coman mejor, pero duermen más satisfactoriamente los primeros, y el despertar, se puede añadir, será siempre mucho más hermoso.
“Si no eres feliz, el culpable eres tú” (Epicteto). Deja de ser culpable y sé feliz, es lo único por lo que todo lo demás vale la pena.
Isidoro Irroca
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