lunes, 1 de enero de 2018

EL INTRUSO.


Caí como niebla sin que sintieras, dormías plácidamente en la cama de los sueños, levanté la cobija de la sombra, disfruté de la playa desnuda de tus encantos, suave como viento besé tu espalda tersa y cristalina como agua, mojé mis dedos, y salpiqué mis labios en tu río.

Intruso disfrazado de noche invadiendo tu calma, besos cayendo como lluvia sobre los pétalos de tus hombros, navegué en el infinito de tus suspiros buscando la cima de las ilusiones, conquisté los erizos de tu piel de primavera, fértil para dejar regados mil versos en un beso tan tierno, que alborotó tu almohada.

Ante la luna, deslicé mis caricias fugitivas mientras tus ojos cerrados soñaban lo prometido, tú, perdida entre los versos, en tanto yo, encontraba los besos; abrazabas los deseos, y yo los desnudaba hasta encontrar tus suspiros, dejé huella de los míos en tu oído, y me llevé el aroma de tu piel.

Dejé en tu almohada mi suspiro, para cuando despiertes sepas que llegué como intruso a cobrar los besos debidos, y si me llevé de más, te espero en mis sueños para pagarte, con la misma bondad.

Luis Emilio Tigüilá Robles -Guatemala-

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