Tengo encerado mi llanto,
en el pañuelo, entretanto
con el vengo discutiendo,
de pena lo voy mordiendo
entre suspiro y quebranto.
A mi Dios le voy rogando,
y que me vaya ayudando,
pues no encuentro la salida,
a mi libertad prohibida,
y los años van pasando.
El tiempo se va agotando
con ella vivo soñando,
me llama a gritos la tierra,
y mi voz sola la encierra,
tras la puerta con candado.
Carlos Puchelar.
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