El autor uruguayo Joaquín DHoldan vuelve a la actualidad con la colección de relatos Cuentos orientales, publicado por Maclein y Parker dentro de su colección de narrativa, Taiga.
El lector que decida abrir entre sus manos este libro de relatos, de los que algunos más bien me parecen crónicas, como por ejemplo Uruguayos ilustres -con un Galeano mágico al que conocí en una feria del Libro de Sevilla- toda una gozada como va arrimando el autor a autores de paisanaje, pasajes y vidas de rica literatura, sustancias de palabras. Bueno pues así resulta este cuento-crónica, un catálogo vivo con imágenes de la creatividad de su patria, y de los que un servidor se queda con Onetti, que me perdonen los demás con todos mis respetos.
La variedad de los protagonistas, bien de ficción o reales se conjunta dentro de un estilo narrativo que fluye por cauce seguro sin barreras que impidan el ritmo acompasado con una variada y fluida narrativa que invita a conocer las más diversas andanzas de los personajes que protagonizan las historias, por la República Oriental del Uruguay y las numerables vivencias diferentes, portadoras de sentimientos universales mostrando desnudado recorrido por los esqueletos de la condición humana.
“Estos cuentos son uruguayos, no solo porque geográficamente estén ambientados al oriente del Río Uruguay, sino porque al igual que mi país, está formado por un crisol de naciones y personajes, diversos, complejos” Todos ellos nos dejan el regalo del gran paseo de tantos personajes adictos y esclavos de sus propias circunstancias, que el narrador sabe desnudarlas sin regateo alguno, existencias vivas y colorista, dentro de los cánones establecidos por la línea que marca a tantos buenos autores de esa inmensa geografía que habla la lengua de Cervantes de cuya enormidad van surgiendo propia riqueza literaria, Acá es donde yo me niego a la denominación politiquera de “Madre patria” en último extremo “Madrasta”. Con toda sinceridad, produce cierta envidia leerlos.
Desde su cuento El olor de santidad, el discurrir narrativo suavemente atrapa al lector que se sumerge en la trama estructurada, doble juego entre lo divino y lo humano, donde nunca gana lo divino y queda triste lo humano y terrenal. En olor de santidad, la superstición de un inocente creyente es protagonista de este cuento que refleja deseos naturales y humanos. Abren este historial de magnífica ficción de la realidad.
Y cambiamos mudándonos a La piscina, es una pasión amorosa de un adolecente pasado por agua y transcurre en una piscina pública. Un personaje que en la edad de crecer y sufrir pasiones amorosa, tras siete años enamorado de Carol, cuando pretende aprender a nadar ante de entrar en la Universidad, se encuentra sorpresivamente que la monitora resulta ser aquella pasión de amor platónico. Un encuentro que lo lleva casi a morir ahogado, pero sobrevivió pese al agua ingerida. Lo que si fue al traste fueron sus pasiones amorosas y el arte de nadar como una anguila.
Es difícil enmarcar los cuentos que componen la obra en un género literario, según cuenta el propio Joaquín: “Intenté no renunciar a nada, ni al humor, ni a la aventura, ni al suspenso, creo que si las historias están vivas pueden reír o llorar, ser imprevisibles, dinámicas pero por sobre todo, jamás aburrir”.
Francisco Vélez Nieto
Publicado en ellibrepensador
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