Este soneto niño ya camina
alegre y niñamente verso a verso,
jugando con lo exacto y lo disperso,
cantando con la rosa y con la espina.
Este niño soneto aquí se obstina
en no darle cuartel nunca a lo adverso,
pues se sabe triunfal en su universo,
donde crece y jamás nada declina.
Nace el soneto niño embellecido
y, en su niñez graciosa y todo gracia,
en los tercetos ríe alegremente.
Crece el soneto niño enniñecido,
consciente de su niña aristocracia
y de su juego niño e inocente.
JUAN CERVERA -México-
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