Encolumnados tras llantos de un fracaso
silentes avanzan ecos que aún retumban
de lágrimas que persiguen huellas de los pasos
golpeando impiadosas con adioses y torturas.
Son las marcas que dejan los desamores
en su derrotero de solitud y recuerdos,
ya no tienen sentidos los clamores
porque en olvidos han de morir sus ilusiones.
Es el calvario que las pasiones furtivas
han de transitar viviendo el presente
y luego han de soportar felicidad esquiva
viviendo en fríos futuros penitente.
Quedan tal vez en el corazón enfrascadas
las caricias de unas noches y sus mañanas,
si un alma por adiós es vilmente lastimada
por amor seguramente a la otra ha de perdonarla.
Ramón Pablo Ayala -Argentina-
No hay comentarios:
Publicar un comentario