Cuelgo en la pirámide
de mi amor propio,
juzgo mi palabra imposible,
mi obra semi-oscura
destruirla sin remordimiento,
he quemado océanos y mares
en llamas de alfabetos
vagabundos sobre el viento
en labios del tiempo,
regreso sin magia
sin pretensiones
sin ritual de amantes
sometido a los quejidos del vacío,
retrocedo
a las visiones de la memoria,
prometo
no expresar los gritos en la oscuridad,
protegedme
de las cenizas de mis silabas,
desterrar
mis palabras de los lugares impíos,
exhumar
mis sentimientos ya escritos,
ahora suspiro
hasta erizar
el azul gélido de la noche,
hasta dar significado
a las páginas imperceptibles,
hasta que el olor a tarde
suba y baje en hilos por mi sangre,
arrodillado
ante la fanega de tierra
de mi tumba,
donde tendré el gusto
de pasar el resto de mi vida
embadurnado en papel de versos,
no me maltratéis cruelmente
solo fui gaviota
que vivió a contracorriente.
Manuel Vílchez y García de Garss
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