Tus ojos, mis ojos, esas miradas perdidas
entre el tic-tac de nuestro tiempo.
¿Cuánto vale una mirada?
Las tuyas, las mías, no tienen precio
son enigmas que sólo entendemos los dos.
Me pierdo a cada momento en tus
pupilas de azabache. Me abandono
a la ternura que nos envuelve una
nube con nuestras iniciales grabadas
en el firmamento de añil.
Tú te quedas en las mías, que son de miel.
Salpicas mi esperanza de caricias de ensueño
y me pierdo en el deseo de un amanecer,
con tu cuerpo de terciopelo; el mío fuego
encendido que no se apaga como el agua
que nos quita la sed.
Miradas que hablan de acertijos sin palabras.
Complicidad en un abrazo, como un eslabón
en la cadena de la vida que compartimos.
Espejos de días que brillan como el
lucero cuando comienza la mañana y
el nuevo sol nos hace un guiño al nacer.
¿Que cuánto valen las miradas?
Las tuyas y las mías, el precio que el amor
que compartimos les pone cada vez que nuestras
pupilas traspasan nuestra vida al revés,
como el negativo de la foto de ensueño
que nos encadena, para siempre,
una y otra vez.
Juani CamCor
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