lunes, 3 de agosto de 2015

ATARDECER.


La calle cambió de nombre,
cuando el sol bajó al primero
y sombra puso el rasero
de la soledad del hombre.
Tal parece que se alfombre
el color de los balcones,
las plantas ejercen sones
y una suave picardía
mira al moribundo día
con sus pares y sus nones.

Luna su virgo recobra,
tras jugar a ser naranja,
el niño cae a la zanja
donde no acabó la obra.
Una farola nos sobra,
nos está guiñando un ojo
que se va poniendo rojo
con rugidos de sigilo,
la preñada anda en vilo,
se está gestando un antojo.

Se obscurecieron los tintes
y las palabras se acallan,
que vayan a donde vayan,
no hará falta que las pintes.
Mal atardecer precintes,
esperando el nuevo día,
una nueva algarabía,
alguna que otra ilusión,
aunque sea una canción
que traiga nueva manía.

Julio G. del Río -Valencia

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