Miraba el tierno encanto
de la preciosa amapola,
y la pensó.. a ella sola ,
bailando, en el bello antro.
Pensó tan solo en amarle
y dedicarle su canto,
pero sintió que era tarde
y ahogo, su pena, en el llanto.
Eran las noches frías
aquellos días de enero,
sintió que el pecho le ardía,
era dolor…sin esmero.
Se reclamó por guardarse
los versos de aquel su encanto,
que decidió silenciarlo
a pesar de tanto, adorarle.
Titubeo, el buen corazón
que amaba a la flor hermosa,
que se paseaba frondosa,
altiva y hasta orgullosa.
¡¡No titubees, corazón
declara tu sentimiento,
decidle, que es tu lamento,
que ella, es toda.. tu ilusión!!
DARWIN I. FLORES VARELA
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