Soy porteño de prepo con corazón partido/repartido:
cuarenta años de Coghlan donde afirmé mi identidad,
dos décadas madurando en Boedo
y un par de años bajo cielo borgeano
de un Palermo donde sobrevivían almacenes
—minga de delivery: libreta de hule y reparto en triciclo—
con despacho de bebidas
de naipes aromados de ginebra en mesas percudidas.
Y para que la cuenta cierre, hay unos pocos
cruzando la General Paz:
dos o tres de Chivilcoy, mi alumbramiento oeste.
No quepo en la tanta alegría de saberme de aquí
cuando arriba, a la izquierda, la emoción me desborda,
y una voz porteña hasta la médula me dice:
“ —Suerte la tuya, malabarista de palabras,
haber iluminado tu alma con la luz de estos barrios”.
Del libro Cielo de Coghlan de RUBÉN DERLIS -Argentina-
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