Mi pensamiento es un chorro de heridas en proceso
golpe de luz que se cierra sobre el aire
y no puede liberarse de la angustia que le causa
clamar la eternidad.
Sed que vuelve a ser fuga
huida asida a su retorno
ave de palabras
bajo las canas de un latido que no pudo ser.
Él, perpetuo viajero de la duda
y la esencia femenina de la noche
es ataúd que se expandirá para cubrirme
por voluntad de algún dios perverso.
Nimbado de golondrinas
emociones y asfódelos muertos
arrastra el color de las ansias
bajo la cifra del miedo
arpa de muerte
condenada al perpetuo silencio.
Roído por gusanos de odio, amor y locura,
prisionero del insomnio, la aurora y el ocaso,
busca el sentido de la vida acosado por el desasosiego
tirado a su suerte
sin que yo pueda intervenir…
Victor Diaz Goris
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