¿Te acuerdas? cuando éramos niños,
los mayores tenían, como unos cuarenta años;
una charca parecía todo una océano,
eso de la muerte eso para nosotros no existía
Luego cuando éramos muchachos
los viejos todavía estaban lejos eran los de los cuarenta;
un pantano para nosotros era un océano,
la muerte era algo que se decía -una palabra-.
Y luego ya cuando hicimos la mili y nos casamos,
los mayores andaban por los cincuenta;
un lago se parecía ya a un océano,
y la muerte era ya la muerte pero de los viejos.
Ahora ya mayores, jubilados y veteranos
ya le dimos alcance a casi todo -a la verdad-
El océano por fin es el océano -o sea la gran mar-
pero la muerte ya empieza a ser la muerte.
A la que respetamos y más o menos tememos
a la que hay que vigilar de cerca y cuidarnos
-aunque cogamos y comamos setas-
pero siempre asegurarnos que no son venenosas
Y sobretodo disfrutar, ser felices;
quizás hacer todo aquello que no pudimos,
porque teníamos que buscar el mendrugo,
vivir lo mejor posible, sin olvidarnos
de los años que cumplimos...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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