martes, 26 de febrero de 2019

EL ABUELO VIEJO


Para ti, mi homenaje póstumo, amigo Alberto

En toda la dimensión de la vida
él, se la entregó todo su tiempo
así, fue simplemente el abuelo
conviviendo en su dura porfía.

Todos recuerdan su voz de trueno
cuando quería hacerse escuchar
cuando ya no lo dejaban enseñar
de las cosas de este mundo ajeno.

Pero, sus razones voz y garganta
enseñaba del trabajo y el hambre
que un hueso vale más que coraje
y prende los luceros de esperanza.

Y templado en la dura lucha diaria
supo beber de su sed, como Cristo
soportando frío, calores y martirio
por una familia, su lucha cotidiana.

Y se fue muriendo en su cuerpo
recordando sus luchas pasadas
acaso, sin vivir su vida añorada
en manos del inmutable tiempo.

Y un día gris, a la tierra regresó
nadie asegura, que haya muerto
con el corazón roto en su pecho
y su alma, como un cóndor voló.

Y ahora, su presencia se extraña
de aquel viejo, que ya estorbaba
¡Qué razón tenía! cuando hablaba.
Ya su alma, vive caminos del alba.

Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-

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