La mañana fue ligera, pronta, sin espasmos,
el dolor era distante en cuerpos de las almas,
sola y en afanes de tu amor nos encontramos,
y de tu mano vestiduras níveas en las llamas.
El mediodía durmió la antesala de una tarde,
misionero el sol fugaz cantó al sol de corazones,
en los campos donde la aurora cae y el abismo arde,
volcó en ventana de sol primavera de arzones.
La tarde como augurio de verano y primavera,
solaz, placentera nube de sales y soles,
calcina lluvias, voces y ruegos en mi vera,
con celeste amor, húmedas perlas, de faroles.
Brotarán sombras en aras de mis blancas noches,
lunas de octubre, blancos inviernos otoñales,
antesala de un cielo dorado y sin reproches,
como sueño eterno de cristal y girasoles.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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