Me levanté esta mañana
con ganas de caminar por las calles.
Recorrí lentamente metros y metros
fijándome minuciosamente en cada detalle
porque la curiosidad me empujaba
a saber dónde vivía, quienes
eran mis vecinos y a que se dedicaban.
Solo recorrí dos manzanas
sintiendo por mis pies
correr la vida del barrio.
Olí a café recién hecho,
a churros calentitos,
a pan haciéndose en el horno,
a potaje, a patatas fritas.
Crecían árboles aquí y allí
que alegraban la vista
y animaban a respirar
el aire puro de la mañana.
Los humos solo escapaban
de algunos coches viejos
que circulaban por el asfalto.
No muy lejos, pues oía su rumor,
al mar besaba la arena
en su continuo ir y venir
llenando el aire de un salado olor.
JOSÉ LUIS RUBIO
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