miércoles, 20 de febrero de 2019
¡BINGO!
I
Le pongo una soga al cubo
y lanzo mi sed al pozo.
Sigo en este calabozo,
bajando y creo que subo.
¿A qué negarme?, coadyuvo.
¡Es inútil hacer guerra!
Quien obstinado se aferra
a negar el devenir;
lejos de sobrevivir,
con más empuje se entierra.
II
Cada día me levanto
como si a nacer volviera
en la convicción certera
de que en la luz me quebranto,
me relevo, me suplanto;
en fin, me descuajeringo.
Voy del lunes al domingo
como oveja del rebaño,
mes tras mes, año tras año,
intentando cantar, ¡bingo!
III
Todavía encuentro lunas
y soles bajo mi pecho.
Caliento un poco mi lecho
con visitas oportunas.
Me ilusiono por algunas
cosas que tengo pendientes.
Me quedan algunos dientes
para comer chicharrones
y miro, en los nubarrones,
lluvias que vienen urgentes.
IV
Me saludo en los espejos
y todavía conozco
a este ser que desconozco:
un resumen de festejos.
He superado complejos
desde que acepté mi jeta.
Por eso ya no se inquieta
el niño en el que nací.
No del todo me rompí,
a pesar de tanta grieta.
V
Amparo mis soledades
en esta gran soledad
que me ha traído una edad
de mentiras y verdades.
Conozco las vastedades
perentorias en que vivo.
Soy conteo regresivo,
no me engaño. Estoy seguro
de que voy a dar al muro,
perenne, definitivo.
VI
Le pongo una soga al cubo
y lanzo mi sed al pozo.
Sigo en este calabozo,
bajando y creo que subo.
¿A qué negarme?, coadyuvo;
en fin, me descuajeringo.
Voy del lunes al domingo
como oveja del rebaño,
mes tras mes, año tras año,
intentando cantar, ¡bingo!
Jorge García de la Fe
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