Cuando naciste Dios estaba muy feliz, porque él te hizo pata mí. Antes de presentarte a mí te fue embelleciendo con las cosas que él creo.
Cuando ya estabas hermosa te presento ante mí, pero antes te mandó que te bañaras en el río de vida, para que tu piel siempre fuera tierna como la de una niña, también te pidió que durmieras entre las rosas del paraíso para impregnar su perfume en tu cuerpo, ¡oh de mujer! Te mostró las fresas para que comieras y tus labios fueran rojos como ellas; también te pidió que mojaras tus ojos en el rocío que había en los pétalos de las flores para que... cuando me abrazaras y me mirarán tus ojos, rodará en esa hermosa cara una lágrima de amor.
Francisco Cota Marcial.
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