Una Niña no vivía sin mí y le daba la razón, igual yo no
vivía sin ella; enfermedad típica de Adolescentes, potencia
oscura queriendo aclararnos a solas y sin pregunta ni estudio
aprendimos a hacer Niños.
De nuestro inmenso ardor nació una Niña.
Este hecho simple y natural despertó las mil pasiones: el trueno
en las gargantas de tus Padres y a mí me echaron de la Casa.
Era Mil novecientos sesenta y seis – 1.966.
De ahí en más no supe de ella y mi corazón Zíngaro me llevó a ser
“El Bambola”.
Vagabundo errante entré en la caverna del entendimiento. Se es
mucho elevado en condiciones y nada retoñado en capas bajas.
Solía pasar disfrazado de Loco por las viejas calles y todo había
cambiado, nada queda del pasado.
¡Amáaa! ¡Apáaa! No los vi más. ¡Cuánto los extrañé y necesité!
Del libro En las cartas que leía la Bruja de
OMÍLCAR CRUZ RESTREPO
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