Sacó su móvil del bolso, lo encendió, desplazó su dedo índice sobre la pantalla y lo puso operativo. No tenía mensajes de ningún tipo, ningún icono de alerta aparecía. Sus dedos se desplazaban rápidos por la pantalla, pero no conseguía contactar con nadie. No podía creerlo, estaba desconectada del mundo. Una inmensa soledad la invadió, no sabía qué hacer, ni qué decir y emitió un grito desgarrador.
Su madre acudió al oírla. La encontró con un supuesto ataque de ansiedad y el móvil en las manos. Solo la oía decir: estoy sola y si estoy sola estoy muerta.
No podía creer que su hija se sintiera tan perdida. No podía entender que la ausencia de mensajes pudiera causarle tanto dolor.
¿Sería su hija una adicta a las redes sociales? ¿Serían esos los síntomas?
De pronto dejó de cavilar y le dijo tranquilamente: ese es mi bolso. Tu móvil está en tu habitación y no para de sonar.
VIRTUDES ROLDÁN MUÑOZ
Participante en el VI Certamen Microrrelatos Libres Memorial Isabel Muñoz
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