(Delacroix-Óleo-1834)
Por los remotos caminos del desierto
Vendrían sus sueños
A poblarles el silencio embriagado de sándalo y de incienso.
—Tal vez, la dulce rosa no dormía en la oreja
Sino que amasaba un gusano largo y verde—
La sombra de las miradas ha ido acariciando el tiempo
Y lo han llenado de un polvo aterciopelado
Asfixiante y eterno.
Ellas cerraron sus puertas y se quedaron
En su tumba de quietud
Repugnante
Y muerta.
Del libro “Retorno” de
LILIANA BELLONE -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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