domingo, 30 de julio de 2017

EL FUEGO DA LA CONSISTENCIA


A Mahmud Darwish

Hubo un tiempo en que todo era sombra, yo también lo era.
Ella dijo mi nombre.
Fui palabra nueva, cuerpo deseado.
Hubo días en que todo era adverbio sustancial hasta que llegó también el adjetivo.
Los días acabaron y llegaron las desoladas noches
la profunda tristeza, la efímera risa, el silencio constante…
Hay momentos en que soy la palabra no dicha
como este poema exiliado que el mundo no oyó
como ese punto final que me niego a poner
y que tal vez muchos marchantes pongan por mi
algunos lustros arriba.
Habrá tardes en que mi nombre será la palabra que brota del prado
cuando la sombra del árbol sin hojas domine
sobre el camino que esconde la huella de la niña sangrante…
De cualquier forma, en cualquier boca, por cualquier medio
como sonido profundo que se llevan los vientos
o símbolo tallado que se oxida en la aren, eso soy:
La clave cifrada que unos pocos entienden
la placa de mármol tallada en las lenguas
que el mundo no escucha
Eso soy: El jarrón agrietado que se humedeció con el llanto y se forjó entre las bombas
la palabra que descubre las ruinas y que perdura en el ocaso del tiempo
las olas del mar como voces forjadas susurrando tu nombre a los hijos del viento.
Eso soy: La patria milenaria que todas las noches agoniza que todas las mañanas se levanta.

Omar Iván Garzón Pinto -Colombia-
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 73

No hay comentarios:

Publicar un comentario