Tengo un país que me nace en cada herida, que me duele en todo el cuerpo.
Miro hacia el cielo y lo reconozco en mis ojos.
Un país que un día me abandonó
pero que me acompaña a cada paso.
Su recuerdo se hace cicatriz sobe mi piel.
¿Lo podías sentir, amor, lo podías tocar cuando rosabas mis labios con tus dedos?
No, no podías. Te pasaba lo mismo que a mí:
Estiro mis brazos, le llamo, pero él se va.
Es su soledad la que me pesa.
Tengo un país que me duele en todo el cuerpo
un país que después de golpearme varias veces
hoy por fin me mata.
Omar Iván Garzón Pinto -Colombia-
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 73
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