El amor difumina inconsciente los conciertos,
se derriten las lágrimas del alma a su contacto.
Sana el fuego cuanto quema lento
hasta lograr el alta para vivir despacio
un poco más allá, un poco más cansado,
con el bastón, quizás,
contando incierto los almanaques rotos
y alguna marca blanquecina en piel,
del tiempo esparadrapo.
Duele el amor. En el silencio llueve.
ISAAC PRIETO CABALLERO -Salamanca-
Publicado en Luz Cultural
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