De todos los árboles frondosos de mi huerto, mi jardín posee una fruta muy deliciosa, el Pacay o pacae, que es originaria de Perú en América del Sur y que se cultiva en los Andes, en la Amazonia y en la Costa Peruana. Cuentan que Francisco Pizarro tuvo el placer de encontrarla en Perú en la Bahía de San Mateo, Trujillo. Y yo, tengo el placer de tenerla en la casa de mis padres, en Cascas - Perú y son sobrevivientes del terremoto del 31 de Mayo de 1970, de magnitud 7.9 Mw en la escala Magnitud Momento, sentido en la costa y sierra de Ancash y en la sierra Peruana. En Cascas, el Cerro Calvayuque se derrumbó, echando tierra por los aires y con el fuerte viento. Y en Cascas, en mi casa, se balanceaban hasta el piso, cuando mis hermanos y yo estábamos bañándonos en la piscina de patos.
Porque son ramificadas, frondosas y hermosas,
porque todas sus ramas son verdes oscuras, un poco nudosas,
porque sus yemas van brotando verdecitas claritas
y porque forman hermosas alfombras verdecitas
juntito y sobre el montón de piedras de mi patio,
yo le tengo un inmenso cariño a mis plantas de pacay.
En mi estancia, en mi Casa de Cascas,
me deleito viéndolas balancearse con el viento,
y me causan gran emoción y sentimiento.
En la primavera, sus ramas y botones se embellecen
sus flores y sus ramas con encanto, profusas obedecen
al clima tropical templado cálido del valle de mi Cascas.
Por eso, el pacay crece muy bello muy altivo y con gracias
y cada agosto a octubre de cada año las degusto.
¡Que sensación verlas florear ! Entre abril y mayo.
Florean orondas y esponjosas con flores verdosas su cáliz
y blanquecinas sus corolas, muy perfumadas, sésiles
y agrupadas en el ápice de su capullo;
van atrayendo a miles de abejitas por su dulzura en flor.
Sus olores se sienten por callecitas empinadas de mi Cascas.
Encariñada y embelesada estoy con mis plantas de pacay,
con ramas muy verdes como el verde amancay.
De hojas compuestas pinnadas insertas a uno y otro lado del peciolo,
elípticas u ovaladas con base muy robusta o redondeadas,
que sirven de pedestal para las flores primaverales.
Se contornean tan tranquilas con la brisa del viento
y me hacen perder el aliento
y al viento tiro mis penas cuando siento su paz en intento.
¡Ay, que flores verdes amarillentas perfuman mi casa!
Mis árboles de pacay
tienen ramas densas y frutas deliciosas en vainas verdes,
largas o cortas que guindan, en cuyo interior el fruto
comestible se encuentra, blanco como algodón,
embebido en néctar y ambrosía,
recubriendo las semillas, pepas negras o verdecitas.
¡Qué motitas tan dulces y tan blancas como la nieve!
Son muy ricas y agradables al paladar.
¡Saborea el delicioso manjar!
Su dulzor y néctar alimentan a avispas, abejas y picaflores
y en la copa del ramaje, los pajarillos cantan y revolotean,
alegrando mi ser con sus bellos cantares; ellos aletean
y saltan de rama en rama y con el viento se menean.
Adoro las sombras de mis árboles frondosos y amorosos
porque me susurran su amor con céfiros de vientos briosos
y porque la tierra se mantiene húmeda y fresca cada día.
¿Ay, que haría sin mis viejos y verdes pacayes, de mi lado tendida?
¿Decidme, conocías a mi frondoso pacay de ramas y frutos verdes?
Tiene poderes cicatrizantes, reumáticos y la goma del fruto
las uso en mis usos personales para fijar los colores sitos
en bellos trabajos de artesanía y el tronco macerado, en la digestión.
Si mis plantas de pacay me leyeran,
sus almas llenas de dulzura se calarían de halagos;
los halagos de mi alma, que con ternura escribo para ellos;
Se vestirían del dulce néctar de mi amor.
Rosa Elizabeth Chacón León/ Elizabeth Chacon Stevens -Perú / Estados Unidos-.