A veces es necesario abrir las ventanas
y que cambie el aire.
A veces es bueno sacudir las sábanas,
enérgicamente, liberándolo todo.
A veces es necesario cerrar de una vez
esa puerta y para siempre.
Otras veces es preciso abrir las puertas
para encontrar la salida.
Y a veces es necesario cambiar las pilas
de los relojes antes de que sea tarde.
Es necesario conocer al cartero
y saber su dirección y código postal
o su correo electrónico…
A veces es necesario salir al campo
y descalzo pisar la hierba fresca.
Mirar al cielo y no marearse.
Pedir un deseo con cada estrella fugaz
que veas en la noche cerrada.
Y dejar que el olor a sexo te delate.
Comer pan de la barra caliente.
Mancharte con chocolate y suspirar…
O morir de risa ante la mirada
atónita de los demás.
Emborracharte en ese bar tan ameno
al que no vas a volver en la vida.
Tocarle el culo al guapo del autobús.
Adivinarle la borra de café a los amigos.
Hacer travesuras y pecar con ganas
aunque sepas que ya te lo han dicho.
Infringir las reglas y faltar a misa.
Dar limosna y no gritarlo en la esquina.
Plantar un árbol, verlo crecer…
Escribir un libro o reescribirlo
y luego arruinarlo sin piedad.
Adoptar, tener un hijo y criarlo.
Llevarte bien con todo el mundo.
Amar al otro como a ti mismo.
Y saludar a los muertos en el cementerio
porque serán tus próximos vecinos.
Del libro Poemas para leer a deshora de
M. Ángeles Lonardi -Argentina-
Publicado en Luz Cultural
No hay comentarios:
Publicar un comentario