Mantenga la calma, mi hija, no hay nada,
y todo es como se ve: el bosque, el humo y el riel en fuga.
En algún lugar lejano en una tierra lejana
se encuentra un cielo más azul y una pared con rosas
o una palmera y un viento más suave
y eso es todo.
No hay nada más que nieve en la rama del abeto.
No hay nada que besar con los labios cálidos,
y con el tiempo todos los labios se vuelven fresco.
Pero tú dices, mi hija, que tu corazón es extraño,
y vivir en vano es peor a morir.
¿Qué quieres de la muerte? Sientes la repulsión de la mortaja
y no hay nada más desagradable que la muerte por propia mano.
Debemos amar a largas horas de la vida de la enfermedad
y ajustados años de añoranza
tales como los breves momentos en los que el desierto florece.
Del libro El país que no es de
Edith Södergran -Suecia- Traducción Hebert Abimorad
Publicado en Periódico de poesía 99
No hay comentarios:
Publicar un comentario