Cada día recibo, una autentica,
lluvia de cariño, como comentario,
a mis humildes letras, bellas,
palabras, que me llegan al
corazón.
Cierto es, que mi mente derrama,
cariño que en mis letras, se
percibe, pero ello se debe, a que
me lo infunde el Señor, cuando.
Esto ocurre, provoca un imparable,
manantial de amor, que sale de mi
pecho, recorriendo la senda, que
me marca Dios, ama a tu prójimo.
Ayer, me llega una lectora, que
me dice: En sus ojos, hay tanto
mar, que cuando los miro, me
provocan, sueños de amor... Qué
lindo.
En el coro de la parroquia, un
nuevo amigo, se ha incorporado,
acompañado de uno, de sus hijos,
de diez años, ayer le digo al
chaval.
¿Te gusta el coro? me responde
¿cómo no me va a gustar? si todo
lo que cantáis, es precioso...
Por supuesto, su corazoncito,
está lleno de amor.
Debe ser, cuando estas cosas, percibo,
el eco, del manantial del amor,
que a mis oídos, llega como música,
producida por las olas, del mar que
nos separa.
Qué alegría, escuchar tan bellas
melodías, en momentos de melancolía,
en vuestras vidas, ponerles música,
alegra el espíritu y hasta las fieras,
amansa.
En alguna ocasión, he referido, que
en mi querida Extremadura, acostumbraba
a pasear y por una finca pasaba, que
tenían mastines, que solo verte llegar,
ladraban, como fieras, guardaban el
ganado, me paraba y comenzaba a cantar,
al oírme una cachorrita, se acercaba,
tras de ella su mamá, que junto a la
valla se tendía.
La perrita me buscaba, medio metro de
lengua sacaba, me quería acariciar,
su madre tendida al lado como diciendo
éste es amigo, con él te dejo jugar.
Experiencias de la vida, que nos
enseñan, que el amor, es el camino,
utilicémoslo, que la vida es un paseo,
disfrutemos de la maravilla del AMOR.
AGUSTÍN RECIO BORREGUERO
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