lunes, 21 de noviembre de 2016

LA CAPERUZA ENSANGRENTADA


Los cuentos están hechos para quienes se los creen. En cierta medida, son creados pensando en manipular las mentes de los oyentes; construyen una historia y definen una moraleja que el propio lector debe inferir. Pero, en realidad, está escrita premeditadamente entre esas dulces líneas
infantiles.
Así pues, cuando alguien contó el final de la conocida Caperucita Roja, que se ha ido transmitiendo durante varias generaciones, estableció que la pobre niña acaba engullida por el malvado lobo por confiar en este extraño. Y, sin embargo, lo que la mayoría desconoce es que ahí no acaba el cuento.
La bestia, tras comerse a Caperucita y asentarla en el estómago, sintió una punzada de dolor en su abdomen; un afilado cuchillo le abrió en canal desde dentro y, entre vísceras y sangre, emergió la niña. Un brillo de ira centelleaba en  sus ojos. Chorreaba sangre desde lo alto de sus rizos y su caperuza, antes roja, no tenía parangón con aquella intensidad rojiza brillante en la que había sido teñida.
Como trofeo, con el mismo cuchillo con el que le había dado muerte, arrancó la piel peluda de la carne del lobo y se la puso por encima.
Dicen que, cuando la luna vigila el bosque oculta tras sus copas, una niña—lobo aúlla y sale a cazar carne fresca. Pero claro, puede que sea sólo un cuento.

Vera de Lope Calvo (España)
Publicado en la revista digital Minatura 152

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