El ángel arroja una moneda:
tardará siglos en caer.
Unos apuestan a la vida.
Otros apuestan a la muerte.
La moneda gira por los aires,
lentamente,
y no quiere caer
porque descree de su suerte.
Mientras tanto, una voz conocida
nos incita:
¡A elegir! ¡A elegir!
y todos miramos hacia arriba
esperando el desenlace.
La sutil diferencia entre creer y no creer
no está en los otros.
¿Apostaste a la vida
o apostaste a la muerte?
La sonrisa del ángel puede durar un siglo.
Julio Aranda -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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