Llegó silbando. Te escondiste. No querías verlo. Ayer te ofendieron sus palabras. Te acusó sin motivo. Lo dejaste solo. Lloraste. No conseguiste dormir.
Hoy no lo vería. Estás muy enfadada. Te está llamando. Quiere que le perdones. Te trae un regalo. Tú callas. No le perdonas. Fueron muy duras sus palabras. Tardarás tiempo en borrarlas de tu cabeza.
Se ha marchado. Ha dejado en la puerta un ramo de rosas rojas con un sobre. Partiste el sobre. Arrojaste las rosas al contenedor de la basura.
Aunque te pesara no continuarías la relación. Aún la situación era salvable. Más adelante dar marcha atrás sería más duro y doloroso. No tenías porqué aceptar aquellas acusaciones porque aún eras libre para ir donde y con quien te apeteciera. Nadie pondría cerrojos a tu puerta. Eras libre. Nadie, nadie, te impondría su voluntad.
Si no respetaba ahora, ¿qué pasaría después? Ningún ramo de rosas te haría cambiar. La decisión estaba tomada. Ni un minuto más con aquel indeseable que la acusaba sin motivos. No lo necesitabas. Sin él la vida seguía teniendo sentido.
JOSÉ LUIS RUBIO
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