Ahora es el tiempo de la lluvia,
de recolectar abrazos en los rescoldos del dolor
que aún no ha cesado de redimir espantos,
de repatriar los ojos ocultos de la noche
para un carnaval de besos y futuros.
Saber
que el espacio existe
y que forma alma con la vida,
redescubrir
el vuelo luminoso
de los alcaravanes altivos.
Es el tiempo de los amaneceres
en el júbilo sencillo de las horas
que son promesas de certidumbres,
de derivar
el llanto en mareas,
de acorralar el temor a la sangre
entre persianas de luz.
De descarnar el miedo
que fue penetrando por la rendija estéril
del silencio.
Luis Enrique Prieto
Publicado en la revista Arena y cal 242
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