La hermosura del amor no tiene precio,
no se lucra, no se plagia, no se imita;
es un poco el fruto y el poema
el que ama, el que halaga y dignifica.
Se presagia en las entrañas como un coro,
como un sueño también nos glorifica.
Allí nace el encanto transparente,
con la fuerza perdurable del labriego,
con las manos gustosa y encendidas
y el espíritu pulido y compañero.
JOSÉ DE ZAN
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