Ven a mí. Cada inédita escritura
de mi ayer, quiere ver la luz del día.
Hablan de mi ansiedad, de tu apatía,
de una belleza y una desventura.
Para reconstruir la arquitectura
del pasado decrépito, debía
consignar al papel cuanta energía
desarrollé en delirio y amargura.
Mis versos, de Tabor o de Calvario,
fluyeron como el íntimo diario
en que el adolescente se derrama.
Vertí en ellos el alma y el sentido,
y en tal espejo me verás teñido
de llanto y sangre, en soledosa cama.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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