Sin menospreciar el tiempo,
recibí el pequeño instante
de una percepción lejana
que venía a mi encuentro
cuando ya no esperaba nada.
Para mí el tiempo
era como una canción sin título,
instalada en el sentimiento.
Un distraído día
el tiempo dejó sobre mi mano
el boceto de otra mano.
Una señal que viajó en la distancia
abriendo en dos la luz
para saludar mi gris nostalgia.
Ahora ella y yo
somos dos desconocidos
que se conocen bien
y no espero a nadie más.
Al tiempo no le pidas nada
déjalo pasar...
él sólo regresa y te sorprende.
Carlos Posadas -México-
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