Muchas amigas suspiran
y
sueñan,
cuando leen mis románticos
y
cautivadores versos;
si supieran cuantas veces por ellas,
yo suspiré primero,
porque sus preciosos rostros me obnubilaron
causándome desvelo;
desde lejos
al mirarlas me sentía levitando,
cabalgando sobre nubes por el azúlido
y
etéreo dombo,
otras veces me creía lucero,
en el nocturno
y
estrellado cielo,
que con su luz acariciaba cada esbelto cuerpo
y
lo bañaba con su destello.
Yo era un niño campesino
que creció en el pueblo
y
aunque era pobre...
desde muy chico perseguí lo bueno
y
admiré lo bello.
En mi lejana infancia era introvertido,
pero visionario
y
de pensamiento inquieto,
por eso me fijé una meta,
que aunque fuera inope...
dejaría una huella sobre el sendero
y
fui abriendo trocha en busca del derrotero
que me llevaría a la cumbre,
en donde me mantendría alejado
de un futuro incierto
y
ahora sonrío tranquilo,
no importa que no tenga dinero,
ya que lo que poseo
y
hago,
verdaderamente no tiene precio;
después de ir regando semillas por los eriales
y
en todo corazón desierto...
en la actualidad me siento un feliz jardinero,
cuyas fragantes
y
exclusivas flores,
cultivadas con amoroso esmero,
en su espiritual huerto...
hoy son admiradas en el mundo entero.
Gerardo Carrascal Santiago -Colombia-
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