sábado, 22 de julio de 2017

EN LA DESNUDEZ DEL INVIERNO


Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd y comencé a leer un libro que en palabras de sus autores es más que un vademécum de oraciones. Es también, poema y revelación, verdades y paladar de sabiduría. La lectura era para mí la estación primera, en el andar errático por el incierto camino del duelo, en busca de un sendero a la esperanza y salir de este cetrino invierno cargado de gélido sufrimiento. Este quebranto, que dicen las que ya lo han experimentado, es consecuencia del amor, pero para mí es antinatural y despiadado, que me provoca un picor en el alma, que nombran las personas que tratan el duelo, como las pulgas del mismo. Y compréndanme, he quedado como el Enebro de las dunas, con las raíces expuestas al viento. Porque no es que la muerte me arrebató una
hija, sino que yo siga viva lo que lapida mi existencia.

Juan Carlos Canto Manteca
Participante en el VI Certamen Microrrelatos Libres Memorial Isabel Muñoz

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