Yo también te conozco, oscura dama
vestida de silencios y de olvido,
de pájaros lejanos, solo el nido,
el mutis de una lágrima en la cama.
El té por hacer, la voluble llama,
la puerta por abrir, el pan dormido,
el poema amarillento, enmudecido,
amor que es sólo sombras, no la flama.
Arde en la piel una canción de muerte,
la barca a la deriva a contrafuerte.
Te siento, soledad, acepto el reto
y mientras sueño el canto de los trigos,
con Cronos y la Parca por testigos
de tu espada me sangra este soneto.
Del Sonetario Oral-Traumático y Lírico de
Lorenzo Suarez Crespo -Cuba-
Publicado en Carta Lírica
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