lunes, 31 de julio de 2017
A CIEGA Y SUS ESPEJOS
Como no quiero descubrir la nada,
como me gusta el aire de esta escena,
ignoro si humedece o si resuena,
el corazón de tórtola cazada.
Como no admito golpe ni embajada
pues creo que la muerte nunca es buena,
la pobre que alimento casi cena
una tonta merienda, enamorada.
A veces conversando con el plomo:
arráncame ––le digo–– trapos viejos,
y volveré del vino este que tomo
en ceremonias con el no y el lejos;
terca en mi eternidad, porque soy como
la ciega que se mira en sus espejos.
Del libro “Desaparece el Polvo” de Carilda Oliver Labra -Cuba-
Publicado en Carta Lírica
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